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La difícil Segunda. El espejo del Mirandés

Artícuolo publicado en iusport.com (Domingo, 30 de junio de 2024)

Comentaba esta misma semana Blas López-Angulo, analista colaborador de este medio, en “Los clásicos de Segunda” la ”condición penitenciaria o de tránsito” de la categoría. La gran mayoría de los clubes guardan un pasado no muy lejano en Primera: 18 esta temporada.
 
Su objetivo indeclinable y sueño de sus aficiones es la vuelta a lo más alto. Incluso recién ascendidos como Málaga y Depor pueden compartir esos anhelos con resultados a veces contraproducentes, el descenso del que vienen.
 
Ahí está la dificultad de la Segunda. Lo acabamos de ver en las últimas jornadas de la pasada Liga Hypermotion. La mitad de los equipos mantienen esas aspiraciones pero si se descuidan pueden igualmente acabar bajando.
 
Tal fue el caso llevado al paroxismo una temporada más del Real Zaragoza, 5 victorias iniciales, 16 de 18 primeros puntos y muy cerca del descenso hasta la penúltima jornada. Acumula el conjunto maño 12 temporadas seguidas de penitencia, siendo junto al Tenerife el equipo más estable de la categoría. Y es que conjuntos más modestos como Alcorcón, Lugo y Ponferradina que eran “los últimos clásicos de Segunda” descendieron un año atrás.
 
Al menos es destacable que el control financiero impuesto por los estatutos de LaLiga, precisamente en los últimos doce años y sancionado legalmente en 2015 a través del decreto-ley que regulaba los derechos audiovisuales, ha evitado que se extendiese a más casos que el del Real Murcia que mantiene importantes deudas con Hacienda y las Administraciones Públicas, o del CF Reus que determinó además su extinción.
 
Otros deudores del fisco como el Jaén, Xerez CD y UD Salamanca vagan por el fútbol no profesional a más bajas alturas después de sus descenso deportivo acompañado eventualmente de otro administrativo.
 
Pues bien, el otro “clásico de Segunda” al que nuestro colaborador apuntaba con fina ironía es otro modesto, el CD Mirandés, que contando la próxima temporada suma ya once en su papel de último mohicano.
 
Y es que otro de los espejos en que se miraba el club de Anduva, el CD Numancia de los hermanos Rubio, saltó hecho añicos después de que vendieran sus acciones a un grupo inversor extranjero. Ese Numancia habituado al fútbol regional dio la campanada copera contra el Barça y cumplió más de veinte temporadas en Segunda y algunas en Primera bajo la gestión de la familia citada.
 
El Mirandés de Pablo Infante dio la campanada copera y ascendió a Segunda en el mismo año y desde entonces es el único equipo de Segunda que no ha necesitado de una ampliación de capital, puesto que cuenta con suficientes fondos propios: 8.200.000€ entre reservas y capital social que responden a la constitución en SAD al año siguiente liderada por Alfredo de Miguel “Pastrana” y a la política seguida por el mismo, tan inusual dentro del ecosistema de los negocios del balón.
 
Porque no es lo corriente los continuos superávits acompañados del éxito deportivo incluso con brillantez.
 
No es aconsejable disociar la mente del cuerpo conforme al postulado clásico. Principio al que se atiene el Consejo que tomó las riendas del club rojillo en su andadura profesional.
 
Nunca por el viejo Anduva resplandeció la yerba como ahora. Lo que no solo es una metáfora por la calidad excelente de los jugadores que desfilan por su campo principal y anexos, sino por la inversión material en ellos y otras infraestructuras como la tribuna lateral.
 
Como saben, el Mirandés de las últimas campañas basa esa calidad en jugadores cedidos, lo que año tras año obliga a rearmar la plantilla, un “volver a empezar”, a subir la piedra por la ladera como un Sísifo condenado.
 
Lo cual parece contradecir esa misma política patrimonial de activos, pero prueba de que no es ni errática ni equivocada en cuanto cada vez es más seguida por otros clubes con los que ahora compite en ese mercado de cesiones. 
 
Adquirir jugadores en propiedad con largos contratos solo está permitido a clubes que cuentan con un respaldo económico, social e institucional de primer orden.
 
Esto se debe a que el endeudamiento puede resultar inasumible a corto y medio plazo en una competición tan abocada al descenso.
 
Aplazar los costes de plantilla estira el límite salarial en la dura pugna por el mercado de jugadores pero entraña muy a menudo la inyección de nuevos recursos o el peor de los destinos.
 
No es de extrañar que a la Liga Hypermotion la llamen algunos la liga hipertensa o Hypertension.